“La presencia constante de tecnología en el aula va en detrimento de la calidad educativa”

1 de agosto de 2022

Pablo Garaizar es doctor en Ingeniería Informática y Licenciado en Psicología. Trabaja como profesor titular en la facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto. Su ámbito de investigación se centra en el desarrollo del Pensamiento Computacional dentro del Deusto LearningLab. En el IV Congreso de Innovación Educativa ofrecerá una ponencia en el marco de conVERSA (viernes 23, de 16:30h a 18:00h) y moderará un espacio de diálogo diVERSA el sábado 24 por la mañana (entre las 9:00h y las 11:00h).

¿Qué supone para usted participar en un congreso de innovación educativa?

En primer lugar, la alegría de volver a los eventos presenciales en los que poder escuchar a gente muy interesante en persona. Todo lo que no ocurre durante las conferencias o mesas redondas se perdió cuando pasamos a los eventos online y poder recuperar eso es muy enriquecedor. El hecho de que sea de innovación educativa es bastante lógico. Desde el Deusto LearningLab llevamos ya muchos años trabajando es estos temas.

Además de ofrecer una ponencia sobre ‘Evidencias en la educación digital’, será moderador en un espacio de diálogo. ¿Es qué formato se siente más cómodo?

Ambos formatos me gustan. Colaborar con una ponencia es interesante para poder tener tu voz en el congreso, pero donde realmente aprendes es en espacios de diálogo. Estoy muy agradecido de poder dar y también recibir.

¿Cómo valora que la temática de esta edición del congreso sea el ‘educaverso’?

Me gusta que el término «educaverso» no se refiera estrictamente a la suma de educación y metaverso, sino que se presente como algo que vaya más allá de los mundos virtuales y plantee las diferentes capas de interacción que pueden darse en nuestros procesos de enseñanza-aprendizaje. Creo que los centros educativos deberían estar abiertos a la participación de toda la comunidad, pero también considero que hay que respetar los espacios y los ritmos de aprendizaje. La escuela no puede ser una burbuja, pero se aprende más y mejor en un entorno que no reproduzca directamente las dinámicas del mundo real. Es un equilibrio complejo.

¿Tenemos miedo a innovar en la sociedad?

Innovar es muy difícil. No basta con tener nuevas ideas, tienen que ser realizables y tienen que suponer una mejora. Me opongo firmemente a la gente que dice que las escuelas matan la innovación o la creatividad: para poder innovar en un área hace falta saber bastante sobre esa área. Esos conocimientos no siempre se aprenden en la escuela, pero lo más habitual es que gran parte de ellos sí. No creo que tengamos miedo a innovar, solamente resulta que no es tan fácil como parece.

La digitalización es una punta de lanza de la innovación. ¿El Covid la ha acelerado?

La pandemia ha puesto en evidencia muchas cosas, desde la falta de dotación y formación en tecnología en muchos centros educativos hasta la dependencia tecnológica y logística de unos pocos proveedores. Se han acelerado procesos para paliar esta excesiva dependencia y la falta de competencias, así que podríamos decir que ha supuesto un espejo para darnos cuenta de dónde estábamos realmente.

¿Está el sistema educativo preparado para adentrarse en la era de la digitalización?

La digitalización de la sociedad ha ido permeando el sistema educativo poco a poco y la pandemia ha acelerado este proceso. Actualmente, muchos de los centros educativos son capaces de funcionar de manera 100% remota durante algunos meses, algo impensable hace pocos años. Sin embargo, todavía queda trabajo por hacer, principalmente en la parte de infraestructuras de conectividad y de competencias digitales.

¿La tecnología ayuda a mejorar el aprendizaje?

No siempre. Hay muchos casos documentados en la literatura científica en los que se muestra cómo la presencia de tecnología supone un empeoramiento del aprendizaje. Tenemos que evitar esa suposición de que introducir tecnología en los procesos de enseñanza-aprendizaje va a redundar necesariamente en su mejora.

Y disponer de tecnología en las aulas ¿es sinónimo de mayor calidad educativa?

No, claro que no. De hecho, lo idóneo sería que existieran lugares libres de tecnología en los centros educativos y que se combinaran con aulas o laboratorios donde se aproveche la tecnología para el aprendizaje. Pero la presencia constante de tecnología en el aula va en detrimento de la calidad educativa.

Ha contribuido al desarrollo de apps educativas como Social Lab, Kodetu, Make World o Lempel. ¿En qué ayudan al alumnado?

Cada una tiene un propósito distinto: Social Lab pretende explicar de forma práctica los posibles comportamientos no deseados que pueden darse en las redes sociales, mientras que Kodetu, Make World o Lempel se enfocan en el desarrollo del pensamiento computacional desde diferentes dimensiones (programación, depuración, reconocimiento de patrones, etc.). A través de estas herramientas pretendemos que el alumnado pueda desarrollar este tipo de competencias de forma práctica y lúdica en un enfoque de aprendizaje basado en juegos.

También es autor de juegos de mesa educativos como Moon, Arqueras de Nand o Nobel Run. ¿Es más sencillo adquirir aprendizajes desde la perspectiva del juego y la diversión?

El Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ) es una metodología que aprovecha el potencial de los juegos para el desarrollo de competencias. Es ideal para proponer sesiones que rompan con el ritmo habitual de la clase y permitan trabajar las mismas competencias desde una perspectiva lúdica. Sin embargo, es necesario combinar el ABJ con otras metodologías, puesto que aprender a través de los juegos es más divertido, pero requiere mucho más tiempo y no todo el currículum está cubierto por los juegos disponibles.

¿La educación avanza hacia una dependencia tecnológica?

Ojalá no. Considero que sería un tremendo error hacer que la educación dependiera de la tecnología. Hay muchas competencias que se desarrollan mejor con menos tecnología (algunas de ellas fundamentales, como la lectura). Es importante que eduquemos en tecnología, pero es aún más importante que eduquemos bien y para ello hacen falta momentos libres de tecnología en el aula.

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