En este proceso se hace necesario analizar las relaciones que, gracias a la participación educativa, se establecen entre todas las personas de la comunidad educativa para garantizar una escuela inclusiva en la que el alumnado es el protagonista de su propio aprendizaje y en la que se contribuya a que desarrolle una conciencia crítica y democrática.
La reflexión sobre la educación ha de servir para evidenciar las ambigüedades, las debilidades y las contradicciones del sistema. Al examinar las miradas con las que observamos y analizamos nuestro contexto educativo reinventaremos, sobre todo, el propio concepto de innovación educativa.
El IV Congreso ha de conducirnos a analizar cómo se conectan constantemente todos estos elementos para reflexionar sobre la necesidad de replantearnos los objetivos del sistema educativo. Así pues, de forma inevitable, hemos de plantearnos cuáles son nuestras coordenadas: qué somos y qué estamos buscando.