En mi centro, el instituto público Julio Verne, hemos puesto en marcha una nueva forma de dar clase a nuestro alumnado de la ESO: siete docentes de diferentes asignaturas (Dibujo, Física y Química, Geografía e Historia, Lengua castellana y Literatura, Música, Inglés y Educación Física) damos clase de forma simultánea a 120 estudiantes en la misma aula.
El principal objetivo que perseguimos es que comprendan los contenidos de las asignaturas de una forma continua y no en compartimentos estancos, ya que los acontecimientos históricos, económicos, artísticos, científicos, políticos y sociales, etc., además de sus consecuencias, no ocurren de forma aislada. El alumnado debe comprender que en la vida no existen los límites rígidos que dividan los pensamientos, los saberes y las áreas de conocimiento. Y esta capacidad de mirada global favorece la asimilación de contenidos y, por tanto, está provocando una mejora de las calificaciones.
Esta forma de trabajar en equipo supone una revisión y reflexión sobre los objetivos, los contenidos, los métodos de evaluación, calificación, etc. que el profesorado viene utilizando en las últimas décadas. Y, además, está cambiando la cultura escolar del centro ya que ahora diseñamos las sesiones en común, damos las clases conjuntamente, diseñamos materiales didácticos y estamos inmersos en una modificación de la evaluación, porque ahora la evaluación es entre profesorado y alumnado, entre alumnado y también entre profesorado.