La Educación, ¿se puede transformar?
Si por transformar entendemos mejorar, quiero pensar que sí. A nivel de aula (o de centro educativo), una práctica contrastada, con espacio para la reflexión y el diálogo y acompañada de los recursos materiales y personales necesarios es muy probable que conduzca a mejoras a medio o largo plazo. A nivel académico, una investigación rigurosa y sostenida en el tiempo puede arrojar pistas muy valiosas a los docentes sobre qué métodos, herramientas o estrategias es más probable que contribuyan a mejorar el aprendizaje y bienestar del alumnado.
Sobre esta temática girará la mesa que moderará en el IV Congreso de Innovación Educativa. ¿Qué espera de este encuentro?
Espero visiones muy diferentes sobre qué se entiende por innovación en materia educativa, así como sobre cómo se está llevando a cabo en los diferentes centros educativos. Además, desde que estoy fuera de las aulas, estos encuentros me dan una oportunidad inigualable para escuchar a los docentes, para saber qué es lo que más ilusiona pero también preocupa dentro de la comunidad educativa.
Ha combinado el trabajo de maestra de Educación Infantil con la docencia en el ámbito universitario. ¿Considera que hay etapas educativas más transformadas que otras? ¿Dónde es más sencillo incorporar avances?
Creo que hay etapas donde es más fácil prevenir determinadas dificultades y también asentar las bases de aprendizajes futuros clave como, por ejemplo, la lecto-escritura. Opino que la facilidad para incorporar avances no depende tanto de la etapa educativa como de otras muchas cuestiones, como el nivel de autonomía que se otorgue a los centros, los recursos materiales y personales de los que se disponga o la implicación que tengan los equipos directivos, entre otras muchas.
¿Cómo se está aplicando la innovación en la Educación?
Supongo que de tantas formas como maneras hay de entender la innovación. La innovación educativa que yo deseo para cualquier centro es aquella que responde a retos o inquietudes bien definidos; en la que los docentes se sienten acompañados y preparados; y bajo la cual se introducen cambios gradualmente y se mide de la forma más objetiva posible el impacto que están teniendo en las aulas.
Una de sus líneas de investigación gira en torno a la aplicación de los principales hallazgos de la psicología cognitiva a la mejora del aprendizaje. ¿Cuáles son esos hallazgos?
La psicología cognitiva tiene como objeto desde hace décadas la mente humana y abarca cómo las personas perciben, aprenden, recuerdan y razonan sobre la información. Tratar de resumir aquí sus hallazgos sería una labor titánica y necesitaría la colaboración de cientos y cientos de colegas de áreas muy diversas que dedican buena parte de su vida a ello.
También aboga por acercar la investigación científica a la comunidad educativa… ¿Se está consiguiendo?
Salvar la brecha que existe entre la investigación y la práctica educativa, tanto dentro como fuera de nuestro país, es una meta muy compleja y que requiere emprender acciones a diferentes niveles y con actores muy diversos. Aunque queda mucho trabajo por hacer, creo que en los últimos años se han emprendido acciones muy interesantes para lograrlo como, por ejemplo, más posibilidades de formación en educación informada desde la investigación o más eventos de divulgación científica en materia educativa.
¿Hay que avanzar más en la formación continua del profesorado a lo largo de su carrera para que se apliquen mejoras en las aulas?
El tiempo de formación inicial de un futuro docente es ínfima en relación a las innumerables jornadas que pasará dentro de un aula. Por tanto, merece y necesita una formación continua de calidad, que responda a las necesidades, retos e intereses que vayan surgiendo, y que sea rigurosa. En este sentido, creo que, en general, hay mucho margen de mejora en la formación continua que se ofrece al profesorado de nuestro país.