Andy Hargreaves: “La dirección correcta para los colegios es preparar a los jóvenes para lograr una buena calidad de vida, individual y socialmente”

8 de septiembre de 2022

Andy Hargreaves es director de Chenine (Change, Engagement and Innovation in Education) en la Universidad de Ottawa (Canadá), profesor emérito del Boston College y miembro de la Academia Nacional de Educación de EEUU. Es doctor honoris causa por la Education University de Hong Kong (China) y la Universidad de Uppsala (Suecia). Ha recibido numerosos galardones en Canadá, Estados Unidos y Reino Unido por sus servicios a la educación pública y a la investigación educativa. La revista ‘US Education Week’ lo sitúa entre las quince personas más influyentes en política educativa en Estados Unidos. En el IV Congreso Internacional de Innovación Educativa del Gobierno de Aragón se encargará de la ponencia inaugural ‘controVERSIA’ (viernes 23, de 10:45 a 11:45h). En ella abordará diversos aspectos relacionados con el cambio, la motivación y la innovación en educación, partiendo de una base: es el momento de que confluyan la innovación y las mejoras.

Profesor Hargreaves, usted ha dirigido talleres y realizado discursos en más de 50 países. ¿Qué supone para usted esta invitación al IV Congreso Internacional de Innovación Educativa?

Es un placer. Después de dos años y medio casi sin contacto físico, es muy emocionante que vuelvan los congresos presenciales y los viajes internacionales. He estado en España muchas veces antes, así que tengo muchas ganas de ponerme al día con los compañeros y educadores. Lo considero una oportunidad para informar y, quizás, inspirar a la gente. Pero tal vez también para generar cierto impacto a nivel político.

Según usted, ¿en qué punto se encuentra actualmente la innovación en el ámbito educativo?

La innovación en educación no es nada nuevo; ha sido una prioridad que ha estado yendo y viniendo durante más de 50 años. Desde que se lanzó el satélite ruso Sputnik al espacio, la gente empezó a pensar en innovación en matemáticas y ciencia.

Sin embargo, creo que es importante enfatizar las diferencias entre mejorar e innovar: mejorar es hacer que las cosas mejoren e innovar es hacer algo nuevo. A veces, se consiguen mejoras sin innovación, simplemente focalizándose con más precisión o invirtiendo más recursos. Otras, se consigue innovación sin mejoras. Es decir, que se prueban cosas -a veces, demasiadas-, pero los logros en el aprendizaje verdaderamente no mejoran. Así que creo que ahora nos encontramos en el momento de ver cómo podemos hacer confluir la innovación y las mejoras para los niños y los jóvenes en nuestras aulas.

Me gustaría añadir también que, en los últimos años, se ha ligado la innovación a la tecnología digital y, es cierto que esta ofrece muchas oportunidades para la innovación, pero no son la misma cosa. De hecho, puedes tener innovación sin tecnología.

Será el primer ponente en participar en este congreso, con la ponencia “Controversia: cambio, motivación e innovación educativa”. ¿Qué controversias detecta usted hoy en día en la educación?

Hay mucha controversia, particularmente después de la covid-19. España, al igual que el resto de países, lo pasó muy mal en la pandemia. Muchos jóvenes, especialmente adolescentes, tuvieron problemas de salud mental, se sintieron atrasados en su aprendizaje o directamente se desconectaron. Hemos perdido muchas cosas durante la pandemia, pero también hemos aprendido algunas otras. Por ejemplo, que los países que mejor manejaron la situación fueron aquellos en los que la gente trabajaba colaborativamente, aquellos donde los políticos y los profesionales sanitarios llegaban a soluciones conjuntas.

También aprendimos que, cuando las mascarillas eran obligatorias y teníamos miedo de contagiarnos, era más seguro dar las clases fuera. Y esto nos reconectó con nuestras antiguas tradiciones y formas de enseñar y aprender. De hecho, están creciendo movimientos en diferentes partes del mundo que apuestan por incluir más horas de aprendizaje en el exterior durante la jornada escolar.

Aprendimos mucho a evaluar, porque hubo que suspender los exámenes y buscar otro método. Así que ahora muchos países están repensando completamente la manera en que evalúan a los alumnos. Y también tenemos una relación diferente con la tecnología. Antes de la pandemia había gente a favor y en contra de su uso, pero gracias a la pandemia ahora todo el mundo tiene alguna capacidad digital. O sea que la covid ha creado importantes oportunidades para que podamos avanzar en diferentes aspectos.

¿Y hemos aprovechado esas oportunidades para mejorar?

No lo sabemos todavía. Mucho depende de nosotros. La covid ha evidenciado algunas cosas que siempre habían estado ahí y que pensábamos que nunca podríamos cambiar, pero hemos aprendido que sí podemos cambiarlas. Yo vengo del Reino Unido y, hasta los años 80, la gente pensaba que era imposible conseguir que los niños se comportaran sin pegarles de vez en cuando. Debido a las regulaciones europeas, esto tuvo que cambiar y entonces nos dimos cuenta de que había mejores maneras de hacer que se portasen bien. Pues algo similar pasa con los test y los exámenes. Yo he formado parte, por ejemplo, de una revisión en Irlanda, que ha cambiado su sistema de examinación, de modo que el examen final ya no es tanto el juicio final sobre el estudiante como solía ser. Creo que hemos aprendido que podemos cambiar las cosas. La pregunta ahora es, ¿lo haremos?

El centro que usted dirige, CHENINE, responde a las siglas ‘Change’ (cambio), ‘Engagement’ (compromiso) e ‘Innovation in Education’ (innovación educativa). ¿Cuál es su propósito?

Lo establecimos en mitad de la covid porque estábamos preocupados por el excesivo entusiasmo hacia la tecnología que manifestaba una parte de quienes hacen las políticas. Creamos este centro para ayudar a la gente a desarrollar una relación más profunda y ética con la tecnología, y poder discernir cómo y cuándo aporta valor a la enseñanza. Hemos constituido una red de 40 colegios en Canadá y el modelo de innovación y mejora que estamos implementando es muy interesante. Está basado en tres pilares: ‘green’ (verde), es decir, las clases fuera del aula y en contacto con el medio ambiente; ‘screen’ (pantalla) o digitalización; y ‘machine’ (máquina), robótica. Además, nuestro foco está puesto sobre la población más desatendida: niños en la pobreza, refugiados, indígenas… Conectamos a los colegios para que puedan ayudarse entre sí y, a la vez, están también conectados con el viceministro dentro de su propia provincia. Pero no es la red del Gobierno, sino nuestra red, la red de todo el mundo, una red para abordar cómo usar la innovación para mejorar el aprendizaje, el compromiso y el bienestar de los estudiantes.

La ‘Carta de CHENINE’ aborda temas como la inclusión, la enseñanza presencial, la tecnología para todos o la educación pública y gratuita. ¿Qué lugar ocupa la innovación en este decálogo?

La carta se centra en cómo pensamos en innovación digital. En concreto, trata de captar la atención de la gente sobre cuatro asuntos en particular. El primero, si cuando introducimos algún tipo de innovación, añadimos valor a lo que ya hacemos. Lo segundo, que el aprendizaje online no debe entenderse como un reemplazo de la enseñanza presencial, sino como algo que funciona con buenos docentes y con una enseñanza de calidad. Lo tercero, que debemos ser conscientes de las enormes oportunidades que da la tecnología, pero también debemos ser honestos sobre los riesgos que entraña. En este sentido, los gobiernos y las escuelas deben disponer de estrategias para lidiar con el bullying online, con la sobreexposición a las pantallas, con los trastornos que puedan sufrir los jóvenes que se sienten avergonzados de sus cuerpos y, en general, con los algoritmos que refuerzan no tus preferencias, sino tus prejuicios. Y, por último, que cuando introduzcamos un nuevo programa, herramienta o dispositivo, lo hagamos poco a poco y de un modo disciplinado, viendo qué funciona y qué no, mejor que de una manera disruptiva queriendo cambiar todo a la vez.

Como investigador desarrolla diferentes proyectos. De hecho, actualmente ha emprendido una nueva investigación junto a la Fundación Lego que da mucha importancia al aprendizaje basado en el juego. ¿Cómo esta metodología puede ser útil para nosotros?

La evidencia científica dice que jugar es bueno. Cuando los niños juegan, cuando imaginan, cuando cooperan, cuando construyen cosas a partir de materiales, están aprendiendo, la cognición mejora, se desarrollan emocionalmente, mejora la relación con los niños de alrededor y se favorece la diversidad y la inclusión. Pero se trata de discernir qué tipos de juegos incrementan el compromiso, el aprendizaje y el bienestar.

Usted fue asesor de Educación del primer ministro de Ontario y actualmente lo es del primer ministro de Escocia. También es miembro de la Academia Nacional de Educación de los Estados Unidos. ¿Ha encontrado similitudes en cómo abordan la educación los diferentes países para los que ha trabajado?

Suelo trabajar con países cuando nuestros valores están alineados. Es decir, que los países con los que colaboro sienten que la relación entre los gobiernos y los profesionales de la enseñanza es importante, consideran que el bienestar en las aulas es importante, y no solo los logros, creen que la salud mental y las relaciones también son importantes… Trabajo con Escocia, con Irlanda, con Finlandia… Fundamentalmente, con países que no solo están interesados en los números, las puntuaciones, los resultados y los logros, sino que miran por el desarrollo completo de los escolares, lo que incluye el desarrollo emocional.

Hay líderes que dicen que en la sociedad la calidad de vida es más importante que el PIB, que es lo que mide tu economía. Y eso se vuelve realidad en la educación. En educación, no se trata de cómo de buenos son tus colegios comparados con los de otros países, sino de cómo están preparando a los jóvenes para tener una buena calidad de vida, individual y socialmente. Esta es la dirección correcta.

Ha escrito más de una treintena de libros. Los dos últimos son “Well-being in Schools: Three Forces That Will Uplift Your Students in a Volatile World” (2022) y “Five Paths of Student Engagement” (2021). ¿Puede darnos algunas claves sobre su contenido?

En el primero trabajamos con diez escuelas de distrito en Ontario y en el segundo, con una red de más de 30 colegios de la zona noroeste de EEUU. En ambos casos, nosotros no elegimos el tema: los distritos querían focalizarse en el bienestar en Canadá y la red de colegios tenía una beca para impulsar los logros de los estudiantes. En este caso, los profesores se dieron cuenta de que la manera de conseguirlo era reforzando el compromiso de los estudiantes con el aprendizaje. Hay mucha literatura sobre esto, pero, sin embargo, el compromiso no estaba mejorando. Y el problema no era que los profesores no supieran cómo hacerlo; era el sistema, demasiado competitivo, con dificultades para generar ese sentimiento de pertenencia entre los estudiantes. Cuando hay mucho contenido, muchos exámenes, muchas pruebas, es difícil arrancar ese compromiso. Lo opuesto a esto son los “cinco caminos” (‘five paths’) que proponemos para repensar cómo aprender cosas que tengan significado y propósito para nosotros en lugar de verlo como algo del currículum por lo que tenemos que pasar.

Con el bienestar pasa algo similar. Tenemos una crisis de salud mental global. La teníamos ya antes de la pandemia, pero ahora es peor. Los jóvenes están preocupados por el cambio climático, la pandemia, la guerra, su futuro… Es lo que se llama una ‘permacrisis’. Si el sistema te está haciendo sentir enfermo y cansado, no es suficiente con celebrar el Día de la Salud y el Bienestar una vez al mes. Así que propusimos tres cosas para ayudar a mejorar el bienestar en los colegios: uso ético de la tecnología, aprendizaje fuera de las aulas y conectar a los jóvenes con la sociedad, fomentar el sentimiento de pertenencia. No es baladí que, durante la pandemia, el número de estudiantes que decidieron estudiar ciencias políticas se triplicara. En mi universidad, una de las asignaturas más populares ahora es Epidemiología. En EEUU, Derecho Constitucional solía ser la especialización más aburrida, pero desde Trump y el Brexit se ha convertido en una de las más populares. En los últimos años estamos observando un cambio en los estudiantes: antes escogían Empresariales y Derecho y pensaban en hacer dinero rápido, y ahora realmente piensan en el mundo que les rodea y quieren comprometerse y alzar su voz. Y la educación tiene que apoyarles para que ellos se sientan no víctimas del cambio, sino agentes del cambio. Y es entonces cuando el bienestar mejorará.

¿Qué aprendizajes fundamentales le gustaría que nos quedásemos de su intervención en el IV Congreso de Innovación Educativa del Gobierno de Aragón?

Mi mensaje para la gente no será: “Mira, el problema aquí es que no estás innovando suficiente, necesitas innovar más”. Espero que todo el mundo que venga esté interesado en la innovación y quiera aprender cómo hacerla mejor. Me gustaría que pensaran en las relaciones entre ‘innovación’ y ‘mejora’, entre el compromiso de los estudiantes y su bienestar. Para que cuando pregunten a sus alumnos por qué están aprendiendo, siempre sepan la respuesta, y no porque la vayan a escribir en un examen o porque necesiten saberlo para la universidad, sino por el significado intrínseco de lo que están aprendiendo.

Comparte:

Últimas noticias

david-bueno-portada
congreso-innovacion-contenidos

“Cualquier enseñanza que tenga emociones asociadas se aprende mucho mejor y se usa después con mucha más eficiencia”

David Bueno i Torrens es Doctor en Biología y director de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st de la Universidad de Barcelona, la primera en todo el mundo en centrarse específicamente en esta materia. Su trayectoria académica está ligada a la investigación en genética del desarrollo y neurociencia y en su relación con el aprendizaje. En el IV Congreso de Innovación Educativa del Gobierno de Aragón, se encargará de una de las ponencias ‘conVERSA’ y una de las mesas de diálogo ‘diVERSA’ centradas en cómo aprende el cerebro.

Leer más »